El siete de septiembre en la provincia de Buenos Aires volveremos a votar, y con ello se abrirá otra vez la puesta en escena de los discursos. Discursos que nombran la herida, que señalan con el dedo la llaga del dolor social, pero que rara vez se animan a ofrecer una cura. Es la cobardía disfrazada de oratoria: infectar aún más lo que duele, para ganar un aplauso rápido, sin comprometerse a sanar lo que supura desde hace años. Lo vemos en nuestra propia tierra, en Bahía Blanca, donde el intendente electo debió abandonar sus proyectos iniciales para enfrentar lo inesperado: una ciudad golpeada por la furia del clima, calles arrasadas, hogares perdidos, vidas trastocadas. Reconstruir entre ruinas no da votos, no luce en los discursos, pero es la tarea real que exige coraje. Y sin embargo, frente a esa crudeza, muchos candidatos eligieron mirar desde la vereda, callar cuando hacía falta unidad y desaparecer cuando había que ensuciarse las manos. Ahora, con la ciudad aún marcada p...
Después de un período de ausencia siempre vuelvo reinventando este espacio para expresar mis ideas sobre todo lo que me envuelve. A disfrutar del merengue con pimienta árabe y GOOD SHOW.